Seguidores

viernes, 9 de diciembre de 2011

Hasta tu ausencia es visible.

Intento evitar las lágrimas, pero por primera vez en mucho tiempo no lo consigo. Fueron dos. Grandes, torrenciales, que se abocaron en mis ojos con un gran contenido de dolor y resbalaron por las mejillas vencidas tanto por la caída como por su tamaño y peso.
No me limpio la cara y sigo quieta con un gran nudo en la garganta, no puedo evitarlo...
Así eran las peores noches de toda mi vida porque me habían quitado la mejor cosa que había tenido en mi vida. Dichosas lágrimas...
Me cuesta aceptar haber perdido.

Heridas difíciles de cicatrizar...

Ahí estaba yo, en ese vacío que tú mismo dejaste, cómoda por mi ignorancia.
Te necesito, necesito que vuelvas. Tú con esa sonrisa que cambiaba las cosas. Con esa mirada que hacía que se me saliera el corazón por la boca. Con esas ganas de besarte cada mañana. Con todo lo que conllevaba quererte.
El "siempre" se me hizo grande por el afán de comerme el mundo... No hay vuelta atrás. Haría cualquier cosa porque no hubiese pasado por esto, cualquier cosa cariño créeme.
Era como si fueras y estuvieras hecho para mí, como si las cosas hubieran estado planeadas para que pasaran así, como si fuera a encontrar a alguien como tú...
Y, ¿para qué conocer gente si te conozco a ti? No hay nada que pueda llenar tu recuerdo, ese vacío tan grande que dejaste y que nadie ha sabido ni nadie sabrá llenar como tú. Eres todo lo que necesitaba tener, te necesito ahora.
Ahora que no te tengo empiezo a pensar todo lo que me he perdido pero te pusieron en mi camino y no te quieres quitar.
Se supone que tengo que sonreír como si no doliese, profundizando esta herida que duele tanto y pensar que vendrán mejores pero no es así.
Ya no soy dueña de mi ni de mi vida, te lo llevaste todo.

Tú, rozando la perfección.

Y justo me doy la vuelta y te encuentro a ti, de cara, sonriendo con esa radiante ternura que tanto me sobrecoge el ánimo. Solo tú consigues eso.